martes, 23 de agosto de 2016

¡El bloque de los buenos que mantiene a flote a RCN!


 
Por: Guillermo Zafra-yiyozafra@gmail.com


Dentro de todo lo que se ha opinado desde esta tribuna de los productos y estrategias de programación del canal RCN, es justo resaltar uno que entre las luces y las sombras de las decisiones que se toman con la parrilla, ha logrado mantenerse a flote.



Bloque de búsqueda, en mi opinión, es la elección correcta para narrar nuestra historia y lo afirmo porque creo que la televisión es un arma de entretenimiento que sin endilgarle una responsabilidad más allá de esa, puede ayudar a construir memoria cultural.



Los canales se empecinan en contar el lado oscuro de nuestra historia y de hacerle rimbombantes productos al bando equivocado.



Tres caínes, sin tetas no hay paraíso, el cartel, etc, etc y ¡etc! En lugar de buscar los mártires y víctimas, prefirieron contar desde los victimarios. ¿Qué se puede esperar si de ejemplo tomamos a los que, en la realidad, hicieron el papel de malos?



Si hay algo de admirar en los ejercicios narrativos de los norteamericanos es que son unos maestros construyendo historias de héroes, y ojo que digo héroes y no superhéroes. Ellos han sido capaces de llevar los actos más profundos de la realidad humana y resaltarlos como ejemplos de una cultura que todo lo puede.



En nuestra televisión, nos pareció que era más dramático contar la vida de los malhechores que de aquellos que en medio de tanta adversidad se obstinaron por combatirlos.



Quizás solo por eso, aunque no es lo único, le reconozco un gran valor a Bloque de búsqueda. Éste está contado desde el lado de los buenos, de los que le creyeron más a los principios que al dinero, de los que prefirieron la gloria del reconocimiento y no la banalidad de la opulencia.



Tres caínes nunca debieron ser la historia de los Castaño, debió ser la historia de Jaime Garzón y claro, al calor de ella, debió ser un eje narrativo la historia de los siniestros tres hermanos.



El cartel de los sapos no debió ser la historia de los narcos del suroccidente, debió ser la historia de Rosso José Serrano.



Sin temor a equivocarme, había mayor valor dramatúrgico en las historias si se hubieran construído desde el lado de los buenos.



en Bloque de búsqueda se hace el ejercicio con conciencia y con un trabajo de narrativa muy interesante. Los personajes están del lado bueno, pero tiene los matices maquiavélicos que los llevan a ver el mal como una herramienta para poder hacer el bien.



La historia es dinámica y tiene un muy buen ritmo, uno logra desesperarse con tanta impotencia de los integrantes del Bloque y no puede creer que a pesar de tanta corrupción, la fe y la esperanza sigan intactas.



Uno se emociona al saber que, al final, ellos, los buenos, van lograr su objetivo.



Y cabe rescatar el trabajo actoral de Sebastián Martínez, que ha logrado mostrar a un capitán Gavilán lleno de contrastes, de contradicciones, pero profundamente humano, profundamente convencido y profundamente infranqueable en su determinación de terminar con Pablo Escobar.



Quizás por eso, en medio de todos los atentados que le han hecho en la parrilla, ha logrado sostenerse y, no solo eso, ha logrado subir su promedio de audiencia a tal punto, que es el producto que más marca en el canal.



Desde el comienzo, este Bloque debió ser el producto en la franja de las 8 de la noche. Ahora, que está a punto de terminar, ojalá deje la enseñanza de que las historias de un pasado, tan violento y delictivo como el nuestro, hay que contarlas, sin ninguna duda, ¡desde el lado de los BUENOS!




sábado, 13 de agosto de 2016

¡Las 8 de la noche, el dolor de cabeza de RCN!



Por: Guillermo Zafra-yiyozafra@gmail.com


Escribir sobre televisión es un ejercicio que un país, con un oferta tan limitada como la que tenemos en Colombia, se convierte en una novela. Ahora, si asistimos a lo que han sido las decisiones y resultados del canal RCN en los últimos cinco años, sabemos que tenemos en las manos una tragedia.



El horario más codiciado del prime time, las ocho de la noche, se ha vuelto un yunque para RCN, ha probado múltiples formatos y ha pasado por diversas estrategias, obteniendo unos destellos de repunte en el rating que no le han podido asegurar una mejora definitiva.



Hemos visto Realities, concursos,  series y ahora un formato que desde mi experiencia profesional no he podido ubicar en ningún género: Grandes Chicos, un formato internacional por el que pagan derechos y que realmente es un despilfarro de dinero.



Una súper luminosa escenografía, público, invitados internacionales y un presentador reencauchado, hacen ver que los únicos números que son altos en este proyecto son los del presupuesto, porque los del rating solo fueron flor de un día.



¿De qué se trata Grandes Chicos? Nadie sabe. Muchos se preguntarán, ¿cómo así? Es claro que son unos niños que muestran que tienen unos talentos. Claro y eso ya lo saben sus papás y sus mentores y por eso ya los niños están desarrollando sus talentos en sus diferentes áreas, ¿pero quién les dijo que eso era televisión?



Quizás para el país del cuál el formato es originario, la cosa funcione, pero en nuestra pantalla ¡NO! Grandes Chicos no cuenta nada, escasamente muestra a unos niños, porque sin duda tampoco muestra sus talentos, escasamente los esboza.



Este es un programa que no tiene estructura narrativa y que trata de llenar a punto de videoclip y muecas del presentador 40 minutos de televisión. Al final, como se dice coloquialmente, no termina siendo ni chicha ni limoná!



En la televisión hay que contar algo, hay que entregarle al televidente una historia, no importa si se le pone el vestido de una noticia, de un concurso, de un reality o de la ficción. Sin duda, este programa no tiene ni idea de cómo hacerlo y piensa que llevar a los niños para mostrar su talento es contar la historia y por arte de magia, el público se va a interesar.



¡El rating claramente les confirma que así no es!



Pero RCN como tiene la terquedad de Santo Tomás y no cree hasta que no tiene el dedo en la llaga, se obstina por creer que comprar un formato les asegura que va a funcionar.



Ingenuamente pensaron que si un programa  como "La voz Kids" tuvo semejantes niveles de audiencia, poner un formato con niños como Grandes Chicos también sería un éxito total. ¡No! Si no hay narrativa, si no hay estructura, si no hay por qué emocionarnos con estos niños es como pasar por la calle y ver el espectáculo en el parque, divertido, pero no por eso voy a cambiar mi destino, así que el televidente sigue de largo.



Llegan las ocho de la noche y comienza el dolor de cabeza para el canal. Apostaron con un producto con una historia ganadora como la de Juan Gabriel, pero fue demasiado corto. Le apostaron con un formato de niños que afortunadamente es corto porque lo poco que habían alcanzado y el empuje que le habían dado a la parrilla se pierde con cada nueva emisión.



Ahora, volverán a poner en ese espacio una serie, con la idea de quitarle impulso al final de El Desafío y esperando a ver si Caracol le sigue los pasos y le enfrenta una serie y no un formato de entretenimiento.


Si RCN quiere volver a hacer entretenimiento va a tener que entender que no es un tema de flecha solamente, es un tema de indio. Comprar formatos y reproducirlos no garantiza el éxito alcanzado en el país de origen. Se necesita entender la dinámica de nuestra audiencia, que para mal o para bien, tiene sus preferencias.

martes, 2 de agosto de 2016

Netflix da una lección que los privados no aprenden.


Por: Guillermo Zafra-yiyozafra@gmail.com

Si bien es cierto que hoy en día el streaming o el consumo de contenidos que le hacen competencia a la televisión a través de internet es una realidad innegable, también es cierto que éste está lejos de ser en nuestro país tan masivo como la televisión abierta.

El porcentaje de la población que tiene acceso a internet de manera permanente en la categoría "on demand" no supera el 25% de la población. Sin embargo, el bajo porcentaje que tiene la fortuna de poder entretenerse con el contenido de la red, cada vez lo consume más. Esto quiere decir que aunque no hay una competencia directa, sí hay una competencia cada vez más especializada y más dura de afrontar.

Los canales privados saben que hay un público que está en la red y es un público que consume estructuras narrativas tradicionales y que aún no lo ha abandonado del todo. Es decir, de alguna manera se echa de vez en cuando una ojeadita por la pantalla tradicional. Quizás por esa razón, los canales, han visto la necesidad de tener a disposición, en streaming los mismos programas que emiten en su programación habitual de señal abierta.

La plataforma que ha logrado posicionarse en las predilecciones del público es, sin duda, Netflix. Por un valor mensual que oscila entre los quince mil y los treinta mil pesos, se puede acceder a todo el contenido.

El usuario tiene la oportunidad de ver lo que desea, a la hora que desea, en el dispositivo que desea y de ñapa, con el soporte de un software que ha estudiado sus elecciones y con base a ellas, le ofrece opciones similares, minimizando el esfuerzo de la búsqueda y elección del contenido.

Netflix ha llevado al usuario a olvidarse de lo que paga y a encontrarse con la experiencia, y tiene todo dispuesto para que así sea. Si el usuario tiene internet y está al día, puede concentrarse en el contenido, nada lo distraerá de eso. Sin duda ese esquema ha probado ser altamente exitoso y ha logrado monetizar los contenidos en una competencia de entretenimiento en la red, donde la gran mayoría es gratuita.

Pero más allá de su mercado natural que es internet, ha llevado paulatinamente a los televidentes con capacidad de compra hacia el mercado de la red, utilizando los televisores como su escenario de batalla.

Esta plataforma no sólo ha capturado a su mercado natural, sino que ha logrado entrar en competencia con el mercado de la televisión abierta y lo mejor de todo, sin pensar en los anunciantes, solo en los usuarios. Los canales privados para no dejar que el mercado se disperse ante ofertas como la de Netflix, ofrece en sus páginas web la opción de poder acceder a sus contenidos, es decir, han entendido que deben dar la pelea.

Lo que no han entendido hasta el momento es en cómo darla y cómo la consume quien está acostumbrado a hacerlo por ese canal de difusión. Todavía siguen pensando que se trata de pasar de la pantalla a la red. Por eso la experiencia de ver un capítulo de cualquier serie o programa que esté al aire por internet no es una experiencia, es una tortura.

Los canales pasan por alto el principio básico del consumo por internet: se trata de una elección y del control de esta por parte del usuario. Los canales en cambio, rompen los capítulos a madrazos con información comercial.

El usuario se ve obligado a ver la información publicitaria metida sin la menor consideración de si es un punto adecuado para romper la narración o no, así que tiene que sufrir que le despedacen su interés en la historia.

Además, el usuario tiene que ver como en los "bloques comerciales" no puede huir de ellos, es decir, no puede elegir no verlos, si quiere seguir viendo el capítulo, es literalmente obligado a padecer la pauta comercial.

No sólo en un par de ocasiones, cada vez más, los capítulos se llenan con cinco y seis de estos cortes que además tiene una variación excesiva en el volumen, siguiendo el mismo protocolo de lo que se hace al aire. Una vez más, es streaming, ¡no televisión! ¡La gente accede en la mayoría de los casos a este contenido con audífonos, por dios! Y si el panorama no es desolador y no se han sentado a ver qué es lo que hace la competencia directa con los contenidos en internet, hacen tandas de comerciales repetidos, unen en un "corte comercial" dos y tres veces el mismo pautante.

No hay peor ciego que el que no quiere ver. Los canales piensan que están poniendo un pie en internet al poner sus contenidos y no hay mayor equivocación que querer hacer lo mismo que hacen en su pantalla. Pero aún más equivocados, están los anunciantes que no ven lo que está pasando con sus piezas publicitarias y desconocen el enorme rechazo que produce su inclusión en la visualización.

Si lo que importa es el reporte de emisiones y reproducciones, creo que están mirando los indicadores equivocados. El streaming, sin duda, es una experiencia que le da poder al usuario y valora su decisión con respeto, y de eso, ¡los canales y los anunciantes están viendo muy poco!