Suscríbete dando click en el botón SEGUIR
Por: Guillermo Zafra-yiyozafra@gmail.com
En muy pocos días, se vendrán en el
horario prime de los dos canales privados sus nuevos lanzamientos: Pambelé
y A otro nivel.
RCN hace la apuesta por (cómo decirlo sin
que suene repetitivo…) centésima cuadragésima tercera vez una Bio-novela. No ha
terminado la de la competencia y deciden apostarle a una historia de vida, en
este caso la de un boxeador.
Lo primero que hay que decir es que esta
novela fue producida entre 2014 y 2015. Esto quiere decir que es un producto
que ha estado guardado por más de un año en los archivos del canal.
Surge la pregunta: ¿por qué? Pues bien, la
respuesta es la más obvia que uno se pueda imaginar. Los canales suelen guardar
productos, porque no llenan sus expectativas internas. Los someten a focus
group (pruebas de aceptación) tanto con miembros del canal como con público
general y, dependiendo de la respuesta que se obtiene, se elige el momento de
enviar el producto al aire.
Pambelé ha estado guardado, lo que quiere decir que es un producto al que el
canal no le tiene Fe… y razón tienen. En la historia reciente, se podría
mencionar a Las Santísimas como ejemplo de lo que es un producto
que ha estado guardado y que definitivamente no funcionó.
Ahora bien, uno podría preguntarse qué
sentido tiene hacer una Bio-novela de un boxeador, del cual para tener una
mediana referencia se necesita estar por encima de los 40 años.
Imagínense qué deben saber los millennials
del señor Cervantes “Kid Pambelé”. Y si el cuadro se quiere hacer más
dramático, hay que sumarle que el reparto es, en su gran mayoría, desconocido o
con muy poco cartel.
Sin contar los comentarios de pasillo en
los que el producto tuvo líos de derechos por parte de su casa productora 11:11
y las múltiples versiones que se hicieron en edición porque la historia no
lograba ser orgánica
¡Blanco es y frito se come! Ya veremos
cómo se comporta el rating, pero pareciera que hará alusión a la adivinanza.
Por el Lado de Caracol, volverán a su fórmula
acostumbrada de cada cuatro meses, es decir, un programa de concurso musical.
Concurso porque de reality más bien poco o nada.
Nuevamente veremos en pantalla un formato
creado en el canal que les da muchos resultados en ventas internacionales, pero
que es bastante pobre en su propuesta televisiva.
Yo me llamo, La voz, La voz Kids, Mi
nombre es…, etc., etc. Todos son la misma perra pero revolcada!
Caracol se acostumbró a hacer una sola
cosa en términos de entretenimiento y a cambiarle el nombre y la escenografía,
porque si hablamos de formatos y propuestas narrativas no hay diferencia.
A otro nivel seguramente tendrá los números para que
el canal y sus productores estén tranquilos y nuevamente serán los líderes de
la franja triple AAA, mientras en la competencia se seguirán preguntando qué
está fallando.
Así que, si los televidentes esperan que
algo cambie en nuestra televisión, desafortunadamente deberán seguir esperando,
porque tanto audiencia como productores están cómodamente repitiendose sin
mayor esfuerzo.
Una dato extra. Frente al artículo de Soldados
1.0 y sus buenas curvas de los primeros capítulos, muchos pensaron que el
programa tendría un nivel de audiencia distinto al predicho por este blog.
Pero, tal y como se anunció, ese “formato” no tenía nada para generar audiencia
y sus números solo fueron el arrastre del final de La ley del corazón.
Alguien se enteró que ya hay
personas del común en ese programa?
¡Quienes le apostaron a ese formato, se
equivocaron de cabo a rabo!.
Pambelé fracasa, porque tiene todo en contra: Mal horario, flojo elenco, libretos penosos, una trama que no atrae nada, un canal que despierta puras antipatías ( sobre todo cuando censuran canales de críticas en Youtube) y uin rival que, con sus propios méritos se ha consolidado ( me refiero a "La Nocturna", que merecía unas líneas). Predeciblemente se despedirá con mucha pena y nada de gloria.
ResponderBorrarAcertado análisis de la postura cómoda de Caracol, que sin despeinarse lidera, así sea mostrando lo mismo de lo mismo. No arriesgan, porque el rival no se esfuerza por hacer algo que sirva.