Por: Guillermo Zafra-yiyozafra@gmail.com
No es un secreto para
nadie que en Colombia un partido de la selección puede hacer olvidar la más
grave de las situaciones. Y antes que decir que eso es malo, por el contrario
yo le veo un gran valor; al fin y al cabo, llevar al fútbol a la televisión es
revalidar el principio fundamental por el que existe este medio de
comunicación... ¡Es Entretenimiento puro! Sí, de eso se trata, de entretener,
de hacer que la gente se pegue a la pantalla y se olvide de todo lo demás, que
viva intensamente lo que ve y que ría o llore con aquello que no es suyo, pero
que siente como propio. En eso, los partidos de la selección son una auténtica
clase de dramaturgia y narrativa.
La emoción con la que se
ve un partido de fútbol, incluso para aquellos que no les gusta el deporte,
cambia de significado cuando el fútbol es el de la selección Colombia (esto debe ser muy similar en cualquier
país), pero, en este caso, los colombianos lo
hemos convertido en un ritual familiar o social, es la excusa perfecta
para reunirse con amigos, familiares y terminar viviendo el evento en una
verdadera comunión. Pero, lo que es una gran momento frente a la pantalla y que
Caracol ha sabido explotar y monopolizar para su beneficio del rating, cada vez
se vuelve más inmarcesible.
Un partido que debe
durar 90 minutos queda convertido con los alargues y el entretiempo en un total
de dos horas para una transmisión, pero, cada vez más, vemos que este tiempo
puede ser duplicado fácilmente. En el caso de la Copa América Centenario, donde
las transmisiones se democratizaron y los dos canales tienen los derechos para
transmitirlos, estamos asistiendo al festival del alargue, al circo de échele
agua a la sopa. Tanto RCN como Caracol inician sus transmisiones entre dos
y tres horas antes de que comience el partido y se dedican a tener un grupo de
periodistas, reporteros, narradores y comentaristas que, por más que sepan de
fútbol, terminan hablando de lo mismo, pero repitiéndolo incansablemente hasta
poder justificar semejantes duraciones para la transmisión. El caso es
dramático por dónde se mire, las excusas que se montan para sustentar el tiempo
son desastrosas. Recorridos en vehículos de ciudad en ciudad para mostrar el
lugar, si esto tuviera sentido, sería un programa de orden turístico, pero es
deportivo y los periodistas de este tema tiene mucha dificultad para articular
algo interesante con respecto a los atractivos de los lugares; pero debo
confesar que en medio de todo esto no me parece lo más reprochable. Llenar
tiempo de televisión con fans, seguidores o hinchas gritando y haciendo barra
es quizás de lo más pobre que se le puede ocurrir a un productor para poner en
pantalla; pero, si aún así, se pone de creativo y decide entrevistar a los
hinchas ya la situación roza en lo impensable; pero si no es suficiente, ¡los
ponen a cantar barras! Pues bien, si la imaginación del televidente es limitada
y cree que no puede haber algo peor, la de los periodistas y reporteros parece
no tener límites. Así, como si fuera la idea que cambiará el resultado del partido
que se jugará, ¿ponen a los hinchas a narrar un gol? ¿Es en serio? Sí, hemos
tenido que ver esto como si fuera el gran momento de las transmisiones
deportivas. ¿Es necesario utilizar un medio tan valioso como la televisión para
estos fines? Tal vez sí y la verdad no me opongo a que sea así, ¡pero dos horas
en lo mismo! No, no es justo con el televidente lavarse las manos con tanto
facilismo y entretenerlo de una manera tan poco creativa.
Si con lo que se ha
enumerado no es suficiente para sentarse y replantear qué hacer con las
previas, que desde mi óptica tiene una solución obvia y es acortarlas a media
hora, lo cierto es que las presiones del área comercial que vende y sobrevende
las transmisiones como si fuera la gallina de los huevos de hora, porque el
rating al momento del partido subirá como la espuma de una bebida gaseosa al
abrirla después de haber agitado la botella, tampoco es admisible que los
anunciantes decidan invertir sus dineros en los contenidos que generan las
previas de las transmisiones de la selección de fútbol... ¡bueno es culantro
pero tampoco tanto! Ahora bien, de otro lado están los comentaristas que de
unos años para acá suelen ser futbolistas, nada más acertado que tener personas
que conocen el oficio, hablando de lo que está pasando durante un partido, pero
también es cierto que muchos de ellos no están preparados para estar frente a
la pantalla, tienen una expresión verbal limitada, y aunque pudieran darle una
visión muy amplia al televidente, se quedan muy cortos, todo se les va en
intención y ganas. Es necesario que los productores se sientan responsables de
quienes contratan y sean conscientes que ser conocedores de la materia, no
garantiza que sean idóneos para la televisión y mucho menos que sean los aptos
para el televidente. Valdría la pena que hubiese un intercambio, en el que los
periodistas aprendieran de fútbol con los comentaristas y los comentaristas, de
televisión con los periodistas. Eso sí y haciendo la salvedad de que se
enseñarán lo bueno y no la manía que tienen de inventarse comparaciones
absurdas y usar los adjetivos de manera más que creativa o quien puede olvidar
a Carlos Antonio Vélez y su Acrílico hepático que en español común es la
tarjeta amarilla, y, de paso, sería bueno que los productores fueran muy
consciente de los problemas de dicción que tienen muchos de los que se encargan
de la transmisión. Con mucha frecuencia se escuchan como magullan las palabras
con una pronunciación que deja mucho que desear y que es imperdonable que un
periodista, comentarista o narrador tenga ese desconocimiento del idioma, es su
herramienta principal de trabajo, debe conocerla y manejarla a la ¡perfetzion!
Por último y para reforzar los artículos que han aparecido al respecto sobre la competencia de las transmisiones entre Caracol y RCN, debo decir que la decisión de Colombia grita gol de contratar a Hernán Peláez fue acertada y logró arañarle por primera vez algunos puntos del rating a Gol Caracol (Si hay espacio para ello, porque el rating creció notablemente), pero la tarea le queda hecha a medias, pues traer a Peláez y no ponerle a un co-equipero en la narración fue un error. Dejar que una voz como la de Javier Fernández de Caracol no tenga competencia, más aún, cuando lleva años ligado a la exclusividad de la marca selección Colombia, es realmente pecar por inocentes. El señor Bermúdez será una voz Win sports que funciona para ese espacio del fútbol colombiano, pero no para la selección. Si querían apostar en grande, había que intentar poner junto a Peláez un ícono de la narración como el Tato Sanín. Pero como dicen por ahí... ¡Una cosa es lo que pensamos en la cocina y una muy distinta lo que deciden en la sala!
#GolCaracol #ColombiaGritaGol #NuestraTele #CanalCaracol #CanalRCN #SeleccionColombia #CopaCentenario #Entrenimiento #TelevisionColombiana #FarandulaColombiana
No hay comentarios.:
Publicar un comentario