Por: Guillermo Zafra-yiyozafra@gmail.com
En los últimos años el rating de la
televisión colombiana ha perdido varios puntos. Lo que usualmente en un
programa de éxito podía estar entre los 15 y 22 puntos personas, hoy
escasamente llega a 12. Como lo había explicado en un artículo anterior, en nuestro
país un punto de rating personas equivale a 180.000 televidentes y
aunque existen indicadores como el rating hogares y el share,
usaremos solo la medida del rating personas para no complicar la
comprensión. La disminución en el rating es un fenómeno mundial, no es
exclusivo de nuestra televisión, y aunque hay muchos factores a los que se les
puede atribuir, lo cierto es que todo está en el espacio de la especulación,
pues nadie puede asegurar las razones del fenómeno. Las variables que dejan
intuir su incidencia en la caída de televidentes, es la aparición de Internet y
los procesos de masificación de acceso del cable.
Ahora bien, es lógico que, con el
panorama descrito, el rating baje, pues la gente ya no tiene que esperar para
ver lo que quiere y puede entretenerse en cualquier momento y lugar sin estar
atada ni a un televisor ni a un horario, pero en nuestro caso particular las
cifras son muy distintas. Tan solo el 20 % de la población tiene acceso de
manera permanente a Internet, es decir, tiene un plan pagado que le permite
tener el servicio en su casa o lugar de trabajo y menos del 10% de la población
que tiene teléfonos inteligentes, tiene plan de datos. Esto quiere decir que,
aunque hay un gran número de dispositivos inteligentes, solo una pequeña
cantidad de personas tiene acceso permanente a contenidos de entretenimiento
desde sus teléfonos. Si bien estas son variables significativas en los países
desarrollados y tienen incidencia en nuestro contexto, lo cierto es que su
impacto es aún muy bajo. Para el grueso de la población en Colombia, la
televisión abierta, la de los canales privados y públicos, son la fuente más
importante de entretenimiento, y eso pasa porque es gratuita, solo se precisa
tener un televisor y pagar la electricidad para poder acceder a ella.
Además de lo descrito, hubo un fenómeno
anterior que se popularizó y ofrecía acceso a más opciones de televisión, las
famosas antenas "perubólicas". Adicionalmente, la televisión por
cable se hizo más asequible, así que aumentó su cobertura. Esto, hizo que la
audiencia fuera a ver esas nuevas ventanas y el rating lo sintió. Las nuevas
opciones le enseñaron al público "el entretenimiento de nicho", es
decir, canales con temáticas específicas que segmentaron a la audiencia. A los
que les gustaban temas históricos tenían un espacio dedicado solo a ese tema,
los de animales igual, deportes también, en fin, como en botica... había de
todo y para todos los gustos.
Pero un panorama muy distinto es el que
afrontan los canales abiertos como los nuestros, pues deben apuntar a todos los
nichos de la audiencia, deben tener una oferta de programas que busque llamar
la mayor cantidad de público posible y en el mayor rango de edades. En un
comienzo, eso no fue un obstáculo, especialmente cuando se funcionaba con
canales controlados por el estado y parrilla armada por programadores privados,
todos buscaban apuntarle a un sector de la audiencia y la oferta era variada,
pero con el nacimiento de los canales privados, la oferta se redujo y el
cubrimiento de edades también. Aún así, cuando hay eventos masificadores como
los partidos de la selección, se reúnen a todos los targets y reaparecen los
números gloriosos del rating. Como esto ocurre de cuando en cuando y no es una
constante, los canales siguen con la idea de que su parrilla busca satisfacer
todos los gustos. Más allá de si es verdad o no, lo cierto es que los canales,
especialmente los privados, olvidaron el viejo refrán que dice "se
cosecha lo que se siembra" y eso parece ser lo que hoy por hoy rige
los números de audiencia.
Hace 16 años comenzó la televisión
privada y como si cumplir con la ley fuese el único interés, los dos canales
incluyeron programas infantiles y juveniles dentro de sus parrillas. Con el
paso de los años, el desarrollo de ese tipo de proyectos se fue abandonando y
los canales se fueron relajando con respecto a sus obligaciones de producir
programas para ese público. Así que surgió la revitalización de la norma que
los obligaba a poner en pantalla un número determinado de horas para esa
audiencia y se vieron obligados a cumplir…, eso sí, a su manera, pues cada uno
decidió reducir la inversión al mínimo y llenar las horas de programación con
una serie de enlatados (programas comprados) para ser retransmitidos y
presentarlos en los reportes como horas de producción y programación
infantil/juvenil. A pesar de no ser horas de producción nacional, como lo exige
la norma, los informes dicen que sí lo son, y la ANTV (antigua CNTV), que
debiera velar por eso, no lo hace.
En últimas, los canales se olvidaron de
ejercicios de construcción de audiencia tan importantes como Loca Pasión,
la novela juvenil o la versión irreverente (lo que equivaldría al youtuber de
esos tiempos) Pido la parola de RCN, La tele que era un hito de la rebeldía para el público al final de la adolescencia, Los dummies, Oki Doki,
Francisco el matemático, Clase aparte, Décimo grado, Conjunto
cerrado, De pies a cabeza, Sabor a limón, Tiempos
difíciles, Fm Stereo o el inconfundible, y que aún sigue siendo usado en
shows en vivo, Aurelio Cheveroni, que era más representativo que el
mismo logo del canal Caracol. Todos y cada uno de estos productos, fueron muy
exitosos en muchos aspectos. Comercialmente efectivos, tenían franjas horarias
muy distintas y la parrilla era muy activa: un sábado en la mañana o un domingo
en la tarde, o las tardes de entre semana. Todos ellos, ayudaron a formar a
muchos de los actores que hoy hacen parte de nuestra farándula, pero sobre
todo, generaron identificación con la televisión y con las marcas ya fueran
Caracol, RCN, Punch, Cenpro, etc. Cada uno logró productos que mantenían a la
audiencia infantil y juvenil pegada a la pantalla, que comentaba, que
disfrutaba de sus ídolos y que sabía que en la televisión había algo para ellos
que los entretenía y los interpretaba. Pero esos productos que no sobrevivieron
a la era de los canales privados y fueron abandonados, son la base de la
audiencia que tienen hoy en día. Esos espectadores que hicieron de esos
programas éxitos, crecieron frente a la pantalla, viviendo parte de sus vidas y
olvidando parte de sus vidas, por obra y gracia de los programas con los que
hacían comunión y catarsis.
¿A dónde se fueron los números del
rating que han venido decreciendo mientras la población del país va creciendo?
No se han ido a ningún lado, son los pocos que quedan de lo que se construyó en
la generación anterior, porque la televisión dejó de sembrar para las nuevas
generaciones y pensó solo en la rentabilidad del momento, creyó que no se vería
afectada por fenómenos como el cable e Internet que no le ha quitado mucho de
la audiencia que tenía, pero en cambio, no le ha dejado ganar ni un solo nuevo
televidente de una nueva generación. Los canales no invirtieron en formar
vínculos con los niños y los jóvenes porque los ignora y los menosprecia,
incluso, dentro de las estrategias comerciales de los canales, es cerrar ventas
encimando como ñapa, publicidad en los programas y las franjas infantiles. Los
canales privados están cosechando lo que siembran, porque creen erróneamente
que los programas de los adultos van a sumar jóvenes, cuando el negocio
audiovisual tanto en el cine como en la televisión ha demostrado todo lo
contrario, los productos infantiles y juveniles suman audiencias adultas, los
niños ven, los papás supervisan y se pegan a las historias. Caracol y RCN
prefieren seguir comprando latas, haciéndolas pasar por programación y
producción nacional y no cumplir con la norma, para no gastar en un target que
creen que no genera mayores beneficios. Esperemos a ver si en un futuro no muy
lejano, todavía les quede audiencia que sustente sus estructuras comerciales y
si su estrategia de abandonar a las nuevas generaciones fue un acto de
genialidad y este artículo una completa equivocación... !Pero lo dudo mucho!
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