Por:
Guillermo Zafra Zafra-FB @ricondelcitrico
Tras el
más que criticable y condenable atentado terrorista que sufrió la escuela
general Santander de la policía, quedan varias lecciones desde lo televisivo
que, seguramente, se escaparon al ojo de los televidentes.
Las
muertes, el dolor y la barbarie del acto no tienen ninguna discusión. Lo que si
tiene mucho para revisar y analizar es el origen e intenciones del mismo. Si
bien el ELN se ha atribuido el acto, como espectador y conocedor de la
televisión, si me quedan muchos interrogantes al manejo que se le dio a la
información.
Las
dudas van desde las más obvias que se refieren a la manera como la fiscalía,
ministro de defensa y el propio presidente de la república, abordaron la
información y el discurso, es decir, desde qué punto y con qué cristal lo
hacen.
Las
instituciones han construido el discurso a partir de una investigación de los
hechos y los autores, esto sin duda es fundamental y necesario, pero evitan con
recelo, hablar de cuáles fueron las acciones u omisiones que tuvo la
institución para que el hecho se perpetrara.
Ahora
bien, esta construcción del discurso es la que replican Caracol y RCN en sus
noticieros buscando ser el amplificador de lo que el gobierno quiere que la
opinión publica mire, es decir, hacia donde quiere que ponga todo el foco de
atención.
Lo
importante es fijarnos es quiénes fueron los responsables del acto sin importar
nada más, pero como todo en la vida, la moneda siempre tiene dos caras.
Del
otro lado, está el canal Uno y sus noticieros que, tradicionalmente y por más
de una década, han sido constantemente premiados como los mejores y los más
independientes. La línea de investigación de estos informativos, busca escarbar
en las fisuras de la policía en lo que se refiere a la seguridad que debe
rodear las instalaciones de una institución como lo es la policía nacional.
Para
poner estos dos enfoques y sus radicales diferencias en dos ejemplos, si el
televidente hace el ejercicio de buscar los informes sobre el atentado de los
tres noticieros, se encontrará que Caracol y RCN dan un despliegue enorme al
recorrido del vehículo por las calles de Bogotá, intentado reconstruir una
información con unas imágenes que no aportan absolutamente nada.

Por su
parte el canal Uno, hace una
investigación en la que se pregunta por la posición y el discurso con el que la
fiscalía se refiere a cómo está llevando la investigación y hace una
reconstrucción de cuáles fueron las posibles omisiones de la policía para que
se diera el trágico hecho.
Entre
los descubrimientos que hace, se encuentra que la puerta de acceso al lugar
dónde ocurrió la explosión, estaba abierta porque se encontraba dañada desde
antes del incidente, pero curiosamente después del hecho y de las pesquisas de
los periodistas, fue reparada inmediatamente. Podría uno preguntarse si realmente estuvo
dañada.
Al observar la información que los
noticieros llevan al televidente es más que obvio las diferencias que hay, pero
sobre todo, quiénes buscan amplificar la versión oficial para respaldar las
búsquedas e intereses del gobierno y quiénes se hacen preguntas más allá de lo
sucedido.
La televisión es una gran herramienta
para generar opinión y sin duda los grupos a los que pertenecen los canales, lo
entienden y lo administran de acuerdo a sus intereses. Son empresas privadas y como tal, están en
todo su derecho. Lo que le queda a la audiencia como tarea es dejar ese
comportamiento típico de comprar la primero que oye o ve, y con eso, hacer
juicios de valor.
En un país tan diverso y tan conflictivo
como el nuestro, la polarización es nuestro pan de cada día y si no aprendemos,
cada uno de nosotros, a buscar otros alimentos, viviremos comiendo lo que nos
sirvan en la mesa… ¡en una condena no por obligación sino por elección y
pereza!
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