martes, 24 de mayo de 2016

¡Todo quedó al mismo nivel!


Por: Guillermo Zafra-yiyozafra@gmail.com

El programa concurso, que por varias semanas lideró el rating de la franja prime de la televisión, en los últimos días, ha comenzado a descender en los números. ¿Qué estará pasando? No es necesario hacer un gran esfuerzo para conocer la razón.

Si bien en artículos anteriores habíamos dicho que Caracol hizo una apuesta sobre seguro repitiendo la temática musical, también se hizo un especial énfasis en que no había nada de innovador, que A otro nivel era la repetición de los mismos esquemas.  El exceso de confianza y las ganas de pensar que cuando se es primero entre dos no hay razón para esforzarse, comienza a mostrar que hay síntomas de desgaste.  A pesar de tener música, un jurado que es reconocido y una presentadora que tiene el título de miss universo, en un país que adora y venera a las reinas, el programa se estancó. No propone nada nuevo y, peor aún, ni siquiera entendió qué estructuras debía replicar para que no se perdiera el interés de la audiencia. En últimas, el ascensor de A otro nivel hace rato que está en el mismo piso.

¿En qué falla? Desde mi opinión, estas son las razones por las que peca:

1. El Jurado, a pesar de tener conocimiento, no está dramatúrgicamente armado dentro del programa. Es decir, todos tienen el mismo valor dramático, las diferencias son mínimas y lo que dice uno, lo corrobora el otro y lo que dice el otro ya lo dijo el uno; mejor dicho, con que hablara uno solo sería suficiente porque oír a los tres diciendo lo mismo, lo vuelve soso y aburrido.

2. Si algo tenía el equipo de Caracol, y en exceso, era que sabía armar a sus concursantes como personajes. En este programa olvidaron eso y perdieron el rumbo. Si algo tiene la televisión que nunca puede olvidar, es que la excusa temática del programa no puede ser más importante que el evento televisivo, es decir, se trata de un programa sobre cantantes que son una excusa, nunca se tratará de la carrera musical de los participantes, se trata del entretenimiento de los televidentes. Porque se haga un programa sobre pandebonos, no significa que los pandebonos sean más importantes que las imágenes de los pandebonos. Lo que es un principio básico de la narrativa.

3. Y, ligado con el anterior punto, la razón por la que no hay personajes es porque les pesó más el talento y nivel de los concursantes que el compromiso de hacer un programa de entretenimiento. La premisa básica de la televisión es que se está haciendo televisión (por más obvio que suena, tiene mucho sentido) y quienes hagan parte de ella deben aportar a los intereses de construir una narración que dé entretenimiento a los televidentes. Sumado a eso, estará el talento musical, pero nunca podrá ser al revés y menos que lo segundo tenga mayor peso que lo primero.

4. Literalmente no pasa nada en los VTRS, es decir, los espacios en los que se muestran a los concursantes antes y después de las presentaciones ante el jurado son anecdóticos, son puro paisaje. En teoría, se les entrega la canción y se ve la preparación, pero todo tiene un tono forzado, se siente poco verosímil. Ni cuando no tienen voz, ni cuando no se saben la canción, ni cuando alguno se cree arreglista y se siente desubicado. Una vez más, que una situación se presente y se grabe, no quiere decir que sea dramática y mucho menos que con ella se asegure la dramaturgia, parece que aquello de construir narrativa se les olvidó o los que sabían hacerlo ya no están.

5. ¡Exceso de Paulina! Nadie niega que la presentadora es una mujer muy bonita y que, en un comienzo, se desenvolvió bien frente a la pantalla, pero al mejor estilo RCN, los productores ven en Paulina una tabla de rating por los atributos físicos que tiene. No hay mayor equivocación que esa. Ahora todos los cantantes le declaran su amor, le hacen sus coqueteos, le piden que se vaya a vivir con ellos, etc., etc., etc. Como dicen los abuelos... bueno es culantro, ¡pero tampoco tanto!

6. ¡Demasiada agua a la sopa! Cuando un programa no está estructurado en sus etapas y no se tiene el timing narrativo, cuando no se tiene claridad de qué tanto le debo dar al televidente para que quiera más y no se canse, comienza uno a echarle agua a la sopa como cuando llegan visitantes inesperados a la casa en plena hora del almuerzo. De la misma manera, A otro nivel  hizo de la primera etapa, la del ascensor, un subibaja interminable, con el agravante de que la cantidad de concursantes que pasaron fue muy alta comparada con los que quedaron por fuera. Pero, para rematar el tema, "El siguiente nivel" eran grupos de 4 personas en las que se eliminaba a uno, es decir, el 25 por ciento de los participantes. Si recuerdan la voz u otro similar, el proceso pasa de los seleccionados (que no son tantos) a un 60 o 50 por ciento de los concursantes, es decir, de la primera a la segunda etapa se eliminan al menos al 40 por ciento de los seleccionados. Eso se hace por una razón muy sencilla, al reducir rápidamente el número de participantes en pantalla, se vuelven más identificables para el público, se ve más seguido a quienes se pueden convertir en personajes, interactúan más en la pantalla frente al televidente.pero aquí, esto que fue una lección aprendida en El Desafío de las regiones, cuando llevaron a 36 participantes y los primeros capítulos fueron un completo caos narrativo, pues no se sabía quién era quién, y eso que ahí existía el beneficio de que estaban agrupados por regiones, se repite como si no existiera el valor de la experiencia .

Para los objetivos que tenía Caracol de seguir de primero y poner en pantalla un formato musical que no pagara derechos por su realización, creo que el negocio fue más que beneficioso, pero si lo vemos a la luz de lo que realmente es el programa, no hay duda que es un "formato" que no tiene estructura y que tiene más errores que aciertos. Ojalá haya una evaluación sobre este producto que por la situación del mercado la sacó barata y ojalá no sientan que solo es parte del reinado del rating porque bien dicen que: ¡El Tuerto en el país de los ciegos es rey, pero eso jamás le devolverá el ojo que le falta!





miércoles, 18 de mayo de 2016

¡Hipnosis a los televidentes!


Por: Guillermo Zafra-yiyozafra@gmail.com

El domingo anterior RCN hizo el lanzamiento de Hipnosis un juego demente, en un nuevo intento por salir al combate con su enfrentado Caracol, en una de las franjas donde más duro ha sido golpeado en los últimos años.

Hace ya varios años, el horario del domingo en la noche ha retomado la importancia que solía tener cuando la televisión era pública y que heredaron los canales en los primeros años de la televisión privada. Los que superan los treinta años alcanzarán a recordar que en ese horario se dieron grandes productos, títulos como Don chince, Vuelo secreto, El cuento del domingo o cuando quiero llorar no lloro, más conocido como los Victorinos, son difíciles de olvidar. En esos años, el domingo en la noche era una cita obligada de las familias frente al televisor, era el momento en que se cerraba el descanso con la cereza de un capítulo más de la serie favorita. Para aquellos que, con justa razón, argumentan que en nuestra televisión no hay series, debo aclararles que en el momento no las hay, pero sí las hubo y eran de gran impacto. Cada capítulo era esperado con ansia y, sin duda, comentado a lo largo de toda la semana.  

Aunque en los inicios de la televisión privada ese horario tomó protagonismo con las emisiones principales de los realities, rápidamente cayó en manos de las películas repetidas eternamente y perdió peso en la parrilla, pero, hace unos años, llegaron los periodísticos de corte "que siga el amante de la señora" y retomaron, con su estilo amarillista, la fuerza que hoy les vemos. Nadie se esperaba que este espacio tuviera números de rating que, muchas veces, supera los programas del prime entre semana. Pero hoy no es una realidad ajena a lo que pasa con los canales privados. Caracol se ha hecho fuerte en ese horario con Séptimo día, que durante mucho tiempo estuvo reinando en solitario, hasta que decidieron sacarle un hijo con un poco más de pedigree, claro, eso es un decir, porque por más que quieran vestir al mono de seda…, mono se queda. Así que Los informantes y Séptimo día son la misma perra pero revolcada.

Al dominio de Caracol en el horario estelar de los domingos se le unieron las preocupaciones de RCN por estar quedándose relegado, así que decidió enfrentarse con productos del mismo corte: 4 Caminos y Descárate sin Evadir. Ninguno de los dos productos obtuvo los resultados esperados. Ahora, ha decidido apostarle a un producto de concurso y despegarse de su habitual  estrategia espejo de programación, es decir, no le está enfrentando a los "periodísticos" de  Caracol un producto de las mismas características. Desde mi punto de vista, aplaudo la iniciativa, está más que demostrado que no pudieron batallar en las mismas condiciones, pero desafortunadamente RCN cae nuevamente en los mismos errores de siempre, cuando se trata de productos de entretenimiento realizados por productoras externas.

Hipnosis es una propuesta novedosa, tiene ese ingrediente de algo desconocido que puede ser llamativo, pero peca porque no tiene estructura. ¿Un concurso donde los concursantes no saben que están concursando? Realmente esto parece un contrasentido. El primer detalle, que quizás no fue muy explícito para la mayoría, es que el presentador deba decirles al final cuánto se ganaron. Si el concursante no sabe lo que se está ganando surge una pregunta básica que define el género... ¿Cuál es la motivación para concursar?  Esto no parece la idea de que el programa haya ido por el mejor camino y si a eso se le suma que, en una parte del programa, Victor Mallarino asegura que se han ganado una cifra de dinero, que al final resulta ser menor que la anunciada anteriormente, comienza uno a pensar o que las matemáticas fallan o que este programa no está armado como se debe. De otro lado, no se sabe quién es el protagonista, pues, si bien es un concurso y por lógica deberían ser los concursantes, ya sabemos que no saben que están concursando lo cual los invalida como tal; entonces pensaría que, dado el nombre, el protagonista debiera ser el personaje que hace caer al los concursantes en trance, en hipnosis. Si de narrativa televisiva se trata, este argumento sería válido pues se trata del oponente, aquel que ejerce una fuerza contraria a las intenciones de los concursantes, con el fin de impedir que alcancen su objetivo, es decir, el premio, pero el señor Mustafa vagamente aparece y por lo poco que se ve en pantalla, debiéramos agradecerlo pues no parece ser un personaje carismático.

Si en un concurso los concursantes no saben lo que hacen, no saben por lo que están concursando y la fuerza opositora no es clara en sus funciones, se podría afirmar que el programa no tiene estructura, pero en este caso, esos no son los únicos argumentos, pues para hacer esta afirmación hay de sobra. El televidente esperaría que le explicaran en qué consisten las condiciones de la hipnosis, el nivel de conciencia y cómo interviene eso en las pretensiones del objetivo de ganar dinero, pero en lugar de esto, se limitaron a mostrar un pequeño clip en el que decían que fueron hipnotizados detrás de cámaras, para luego mostrar a los concursantes en unos perfiles que no dicen nada. Si lo que querían era generar un efecto de contrapunto y contraste, era necesario ver a los concursantes en sus cinco sentidos, siendo informados de cuánto es el premio, reaccionando frente a la información, planeando cómo ganarlos y SOBRE TODO explicitando su incredulidad sobre la hipnosis y sus efectos en su comportamiento. De esa forma, se haría un claro contraste que marque el giro dramático de los concursantes cuando los vemos actuar de manera extraña siguiendo las indicaciones del señor Mustafá y posteriormente, reaccionando ante lo que están viendo que fue su comportamiento cuando están bajo los efectos del hipnotizador. De esa manera queda claro para el televidente el efecto de invalidación-validación-invalidación, es decir, concursantes que no validan el poder la hipnosis, concursantes validando el efecto con su comportamiento, concursantes invalidando su posición de incredulidad, esto, al final, termina fortaleciendo la premisa del programa y dándole a entender al televidente que eso desconocido que es la hipnosis tiene efectos poderosos.

Ver a los concursantes reaccionando frente a su comportamiento bajo el trance en un recuadro antes de salir a los bloques de comerciales, desde lo personal, se sintió desarticulado y funcionaba más como los avances de lo que se esperaba que fuera el bloque de cierre del programa y que nunca se dio. Si el cuadro descrito no es lo suficientemente dramático, se le puede sumar que nunca se supo cómo se repartirán el premio, cuál era el interés de participar juntos, si todos estaban bajo las mismas condiciones, en fin, pequeñas cosas que el televidente debiera saber para engancharse y comprender el programa. Pareciera que los productores se sentaron a ver lo que grababan y se divirtieron tanto, que se les olvidó preguntarse si tenían o no un programa de televisión.

Por ahora, los números en rating fueron muy buenos para lo que tradicionalmente RCN ha marcado en ese horario, pero una vez más, peca por no tener claridad en los procesos y por hacer programas divertidos para quienes los graban y no para quienes los ven... Igual que pasa los sábados con Me caigo de la risa,  muy divertido para los que están en el set, pero nadie entiende porqué están ahí, cómo ganan, quiénes repiten, por qué repiten y podría hacerse una lista interminable de preguntas que con toda seguridad ningún televidente podría responder a ciencia cierta. Esperaremos a una nueva emisión dominical a ver si la audiencia sigue en trance o lo de Hipnosis solo fue un espejismo.



martes, 17 de mayo de 2016

RCN: ¡Una marca que no marca!


Por: Guillermo Zafra-yiyozafra@gmail.com

RCN es una marca que tradicionalmente ha aportado mucho a la memoria televisiva de nuestro país, primero cuando fueron programadora y ahora en su etapa de canal privado. Para los televidentes de más de treinta años, en su memoria, están grabados productos como: Café con aroma de mujer, Hombres, Betty la fea y aunque para mi gusto no debiera mencionarlos... Protagonistas de telenovela y Germán es el man, que sin dudas fueron muy exitosos y que dejaron huella en el público.

Después de tener tanto éxito, la marca RCN viene acumulando un proceso de descenso que es innegable. ¿Qué pasó? Bueno, antes de contestar a la pregunta, es muy importante que en este artículo haga una claridad esencial: estuve vinculado al canal durante un año entre 2014 y 2015, lo cual me dejó conocer profundamente mucho de lo que sucede al interior y aunque intenté expresar lo que este artículo contará, mi visión no tuvo eco. Así que para aquellos que quieran ver el artículo como revanchista, están en todo su derecho. No obstante, eso no me impide expresar mi opinión y punto de vista. Debo confesar que el reciente estreno de MasterChef 2 y sus catastróficos resultados en rating no me sorprendieron, pero no por el producto sino por la marca.

MasterChef 2 es un producto que desde mi juicio profesional está bien hecho. Es un producto que muestra un crecimiento frente a su versión anterior y que conserva los elementos que le permitieron tener un buen desempeño el año anterior, incluso, hicieron un trabajo más consciente sobre el casting y tienen a personajes que están muy bien marcados desde el primer capítulo. Si esto es así, ¿por qué un rating tan bajo? Es una verdad que se sabe desde hace varios años y que el mismo canal entiende, pero que no ha querido reconocer para atacarla de raíz. RCN se salió del corazón de la audiencia, RCN ya no genera el apego que logró en los televidentes y que hacía que permanecieran fieles al canal. RCN decidió darle la espalda a lo que pasaba en el mercado y no quiso evaluar sus procesos ni renovar el talento tanto frente a pantalla como detrás de ella. Siguieron apegados a la fórmula que había dado resultado y no quisieron aceptar que los resultados ya no eran los de antes.

Siguen pegados a los mismos programas que creen que son la estructura que retiene a los televidentes, pero que ya no generan nada. Siguen atados a las mismas figuras desgastadas que con los años, y a pesar de los aportes que dieron en otras épocas a la televisión, solo acumulan más detractores. Siguen apegados a la idea que todo se venden con curvas, piernas y caras; siguen manteniendo las mismas personas que toman las decisiones, sin darse cuenta que estas hace mucho rato dejaron de producir aciertos. No es posible que un canal como RCN estrene un producto en su franja estelar con esos números y que, de ñapa, ese resultado termine bajando todo los números de la franja. Hace mucho tiempo el canal debió revisar sus estrategias de programación, hace mucho tiempo debió hacer cambios importantes en el talento que está frente a cámaras y hace mucho tiempo debió dejar de creer que con mujeres bonitas le iba a bastar para mantenerse en la preferencia del público.

Antes de caer en la crisis, RCN sometió a un proceso similar a Caracol y el canal se vio obligado a emprender cambios drásticos desde la presidencia del canal hasta el enfoque de qué tipo de productos ofrecía, pero, en especial, tuvo que retomar una política que había dejado de lado en pro de tener mejores resultados financieros. En aquella época, Caracol derivó mucho de sus productos a productoras externas, lo cual no está mal, a menos que la mayoría de la programación esté siendo producida por dichos proveedores. Caracol corrigió el rumbo y pudo reorientar el proceso de producción, volviendo a concentrar el grueso de su programación en la producción propia. El turno del error pasó a manos de RCN, que en los últimos años ha concentrado su producción en las productoras externas y tan solo ahora, en el 2016, comienza a terminar con los "volume deal" o negocios de volumen, que tenían firmados con productoras como Teleset, Fox Telecolombia, Producciones Vista y Resonant. Estos contratos cubren un número de producción de horas que deberán cumplirse en un periodo determinado de tiempo, lo que ofrece estabilidad para la productora y rentabilidad para el canal, pero, eso sí, lo que queda en entredicho es la calidad de los productos. Para que tengan una idea: Separados, Colombian Idol, Masterchef, Celia, Azúcar, Bailando con las estrellas, Escape perfecto, El laberinto de Alicia, El estilista, Secretos del paraíso, Descárate sin evadir, Sala de emergencias y Gana con Ganas, por mencionar algunos, fueron realizados por productoras externas. Si tomamos el periodo de tiempo en el que estos productos estuvieron al aire, hablamos de dos años, y, si nos preguntamos qué produjo el canal en ese mismo tiempo, la respuesta será: Muy buenos días, Profesión Hogar, Estilo RCN, En exclusiva, Misión Impacto, Descaradas y Nuestra semana, entre otros. Lo que queda muy claro de este panorama es que el canal confundió el rumbo. Le entregó a la producción externa todo el grueso de la programación, los horarios estelares, esos espacios en donde se acumula el grueso de la audiencia y en donde se construye el vínculo con el televidente.

RCN enfrenta un problema de marketing, de apego a la marca. Si bien su competidor no es el más hábil en el tema, es claro que tiene puntos a favor: renueva su slogan, busca espacios de comercialización en la red y, claro, tiene a la Selección Colombia, que sin decirnos mentiras, apalanca los procesos de la marca del canal. Pues en eso, aunque no sea equitativo reconocerlo por ser la selección un producto nacional y público, y no privado de un canal, Caracol lo ha hecho mejor. El departamento de Programación, Marketing y el de Comunicaciones del canal RCN, tienen mucho por revisar en sus procesos y, sobre todo, mucho por revalidar con respecto a las personas que están a cargo de ellos, evidentemente una crisis como esta... no es cuestión pasajera. La novela de Diomedes demostró que con un producto se podía atraer de nuevo a la audiencia a la pantalla, pero no se pudo sostener ni recuperar la fidelidad del televidente. Ya no es el momento de tomar acciones para encaminar el rumbo. Por el contrario, es necesario replantearse un nuevo canal, una nueva mirada, una visión panorámica que deje que RCN construya una nueva imagen, que genere nuevos espacios en el mercado y le apunte a la construcción de nuevas audiencias. Sin duda, quienes están a cargo del proceso solo están intentando reconstruir un pasado glorioso que ya no está y se niegan a ver que no se trata de llorar sobre la leche derramada, se trata de hacer queso o yogurt o cortados de leche; pero no se trata de volver a tener un canal como el que algún día llegó a producir los programas de mayor impacto y reconocimiento mundial que ha tenido la televisión colombiana.