miércoles, 18 de mayo de 2016

¡Hipnosis a los televidentes!


Por: Guillermo Zafra-yiyozafra@gmail.com

El domingo anterior RCN hizo el lanzamiento de Hipnosis un juego demente, en un nuevo intento por salir al combate con su enfrentado Caracol, en una de las franjas donde más duro ha sido golpeado en los últimos años.

Hace ya varios años, el horario del domingo en la noche ha retomado la importancia que solía tener cuando la televisión era pública y que heredaron los canales en los primeros años de la televisión privada. Los que superan los treinta años alcanzarán a recordar que en ese horario se dieron grandes productos, títulos como Don chince, Vuelo secreto, El cuento del domingo o cuando quiero llorar no lloro, más conocido como los Victorinos, son difíciles de olvidar. En esos años, el domingo en la noche era una cita obligada de las familias frente al televisor, era el momento en que se cerraba el descanso con la cereza de un capítulo más de la serie favorita. Para aquellos que, con justa razón, argumentan que en nuestra televisión no hay series, debo aclararles que en el momento no las hay, pero sí las hubo y eran de gran impacto. Cada capítulo era esperado con ansia y, sin duda, comentado a lo largo de toda la semana.  

Aunque en los inicios de la televisión privada ese horario tomó protagonismo con las emisiones principales de los realities, rápidamente cayó en manos de las películas repetidas eternamente y perdió peso en la parrilla, pero, hace unos años, llegaron los periodísticos de corte "que siga el amante de la señora" y retomaron, con su estilo amarillista, la fuerza que hoy les vemos. Nadie se esperaba que este espacio tuviera números de rating que, muchas veces, supera los programas del prime entre semana. Pero hoy no es una realidad ajena a lo que pasa con los canales privados. Caracol se ha hecho fuerte en ese horario con Séptimo día, que durante mucho tiempo estuvo reinando en solitario, hasta que decidieron sacarle un hijo con un poco más de pedigree, claro, eso es un decir, porque por más que quieran vestir al mono de seda…, mono se queda. Así que Los informantes y Séptimo día son la misma perra pero revolcada.

Al dominio de Caracol en el horario estelar de los domingos se le unieron las preocupaciones de RCN por estar quedándose relegado, así que decidió enfrentarse con productos del mismo corte: 4 Caminos y Descárate sin Evadir. Ninguno de los dos productos obtuvo los resultados esperados. Ahora, ha decidido apostarle a un producto de concurso y despegarse de su habitual  estrategia espejo de programación, es decir, no le está enfrentando a los "periodísticos" de  Caracol un producto de las mismas características. Desde mi punto de vista, aplaudo la iniciativa, está más que demostrado que no pudieron batallar en las mismas condiciones, pero desafortunadamente RCN cae nuevamente en los mismos errores de siempre, cuando se trata de productos de entretenimiento realizados por productoras externas.

Hipnosis es una propuesta novedosa, tiene ese ingrediente de algo desconocido que puede ser llamativo, pero peca porque no tiene estructura. ¿Un concurso donde los concursantes no saben que están concursando? Realmente esto parece un contrasentido. El primer detalle, que quizás no fue muy explícito para la mayoría, es que el presentador deba decirles al final cuánto se ganaron. Si el concursante no sabe lo que se está ganando surge una pregunta básica que define el género... ¿Cuál es la motivación para concursar?  Esto no parece la idea de que el programa haya ido por el mejor camino y si a eso se le suma que, en una parte del programa, Victor Mallarino asegura que se han ganado una cifra de dinero, que al final resulta ser menor que la anunciada anteriormente, comienza uno a pensar o que las matemáticas fallan o que este programa no está armado como se debe. De otro lado, no se sabe quién es el protagonista, pues, si bien es un concurso y por lógica deberían ser los concursantes, ya sabemos que no saben que están concursando lo cual los invalida como tal; entonces pensaría que, dado el nombre, el protagonista debiera ser el personaje que hace caer al los concursantes en trance, en hipnosis. Si de narrativa televisiva se trata, este argumento sería válido pues se trata del oponente, aquel que ejerce una fuerza contraria a las intenciones de los concursantes, con el fin de impedir que alcancen su objetivo, es decir, el premio, pero el señor Mustafa vagamente aparece y por lo poco que se ve en pantalla, debiéramos agradecerlo pues no parece ser un personaje carismático.

Si en un concurso los concursantes no saben lo que hacen, no saben por lo que están concursando y la fuerza opositora no es clara en sus funciones, se podría afirmar que el programa no tiene estructura, pero en este caso, esos no son los únicos argumentos, pues para hacer esta afirmación hay de sobra. El televidente esperaría que le explicaran en qué consisten las condiciones de la hipnosis, el nivel de conciencia y cómo interviene eso en las pretensiones del objetivo de ganar dinero, pero en lugar de esto, se limitaron a mostrar un pequeño clip en el que decían que fueron hipnotizados detrás de cámaras, para luego mostrar a los concursantes en unos perfiles que no dicen nada. Si lo que querían era generar un efecto de contrapunto y contraste, era necesario ver a los concursantes en sus cinco sentidos, siendo informados de cuánto es el premio, reaccionando frente a la información, planeando cómo ganarlos y SOBRE TODO explicitando su incredulidad sobre la hipnosis y sus efectos en su comportamiento. De esa forma, se haría un claro contraste que marque el giro dramático de los concursantes cuando los vemos actuar de manera extraña siguiendo las indicaciones del señor Mustafá y posteriormente, reaccionando ante lo que están viendo que fue su comportamiento cuando están bajo los efectos del hipnotizador. De esa manera queda claro para el televidente el efecto de invalidación-validación-invalidación, es decir, concursantes que no validan el poder la hipnosis, concursantes validando el efecto con su comportamiento, concursantes invalidando su posición de incredulidad, esto, al final, termina fortaleciendo la premisa del programa y dándole a entender al televidente que eso desconocido que es la hipnosis tiene efectos poderosos.

Ver a los concursantes reaccionando frente a su comportamiento bajo el trance en un recuadro antes de salir a los bloques de comerciales, desde lo personal, se sintió desarticulado y funcionaba más como los avances de lo que se esperaba que fuera el bloque de cierre del programa y que nunca se dio. Si el cuadro descrito no es lo suficientemente dramático, se le puede sumar que nunca se supo cómo se repartirán el premio, cuál era el interés de participar juntos, si todos estaban bajo las mismas condiciones, en fin, pequeñas cosas que el televidente debiera saber para engancharse y comprender el programa. Pareciera que los productores se sentaron a ver lo que grababan y se divirtieron tanto, que se les olvidó preguntarse si tenían o no un programa de televisión.

Por ahora, los números en rating fueron muy buenos para lo que tradicionalmente RCN ha marcado en ese horario, pero una vez más, peca por no tener claridad en los procesos y por hacer programas divertidos para quienes los graban y no para quienes los ven... Igual que pasa los sábados con Me caigo de la risa,  muy divertido para los que están en el set, pero nadie entiende porqué están ahí, cómo ganan, quiénes repiten, por qué repiten y podría hacerse una lista interminable de preguntas que con toda seguridad ningún televidente podría responder a ciencia cierta. Esperaremos a una nueva emisión dominical a ver si la audiencia sigue en trance o lo de Hipnosis solo fue un espejismo.



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